AUTOESTIMA Y MOTIVACIONES SOCIALES EN ESTUDIANTES DE EDUCACIÓN SUPERIOR

Mónica Válek de Bracho

Motivación a la afiliación

            Cabe considerar, por otra parte como lo define Mc Clelland (1970), la motivación a la afiliación es una forma de conducta social que responde a un impulso que se satisface mediante la creación y disfrute de vínculos afectivos con otra u otras personas. La meta perseguida es la de alcanzar una relación basada en una amistad recíproca. No debe confundirse con la extroversión, la popularidad o la sociabilidad. Las personas con alta afiliación necesitan interactuar con personas, temen la desaprobación de los demás y en pocas palabras buscan su seguridad en los demás.
   
            Para ilustrar esto, es necesario chequear lo que el autor denomina imaginería de la afiliación, que no es más que la forma de reconocer conductas que se identifican como tal:

1.         Cuando se manifiesta preocupación por gustar, por ser aceptado, por tener           amistades. Desea establecer, restaurar o mantener una relación de afecto          hacia otras personas.

Dentro de un ambiente social, expresa su deseo de participar o la preocupación por tomar parte en actividades amistosas o de convivencia. Sería el caso de una fiesta, discusión informal, club, etc.

 

  Al demostrar preocupación por el rompimiento de una relación interpersonal          positiva, por la separación de otra persona o el deseo de mantener una         amistad estrecha.

            Cabe destacar que no se catalogan como tal aquellas relaciones que culturalmente presuponen una relación afiliativa: amantes, padre- hijo, hermanos, etc. En cambio esta relación se codifica cuando la relación de compañerismo, amor está presente con otras personas, donde no está implícita este tipo de relación.  Ciertas actividades sociales comunes como fiestas, reuniones, visitas o tertulias informales implican sentimientos de afiliación, pero puede igualmente clasificarse como tal toda actividad dedicada a consolar, ayudar y preocuparse por  la felicidad y bienestar de los demás.
            De la misma manera Mc Clelland (1970), estableció seis subcategorías para tipificar la dinámica y la intensidad con la que se expresa la afiliación:

El deseo de afiliarse: se determina por el interés de vincularse a otra persona o grupos de personas. Esto implica a su vez la necesidad previa de una reacción afectiva positiva con respecto a otro. Puede codificarse dentro de esta categoría el amor no correspondido.

La actividad: se refiere a formas de actuación evidentes o tipos de pensamiento expresados para resolver cualquier obstáculo con relación al establecimiento o renovación de una relación interpersonal caracterizada por la amistad o un entendimiento recíproco placentero: “charlar entre clase y clase”, “gozar de la mutua compañía”, y otros, son indicativos de actividad afiliativa.

La anticipación al éxito: en caso de observarse la esperanza manifiesta de lograr éxito y felicidad, es decir no se dirige tanto a la consecución de una meta afiliativa,  pero si se relacionan con persecución de este estado.

Obstáculo exterior: puede catalogarse cuando se señale un impedimento para realizar una actividad orientada hacia una situación afiliativa: distanciamiento físico del objetivo, la aproximación de alguien con el cual no hay afinidad, disgustos o desacuerdos cuando estos no sean atribuibles a la persona interesada en la meta afiliativa.

Sentimientos positivos: está presente cuando hay muestras de sentimientos asociados a la consecución de estas metas. Son igualmente codificables el demostrar placer o satisfacción al afiliarse o asociarse a actividades grupales.
Tema de afiliación: puede codificarse cuando el tema central es el interés evidenciado en la afiliación, establecer, mantener o renovar una relación interpersonal caracterizada por la amistad, el interés mutuo y entendimiento recíproco.

            Por último, es conveniente señalar como parte importante dentro de las motivaciones sociales los valores, definiéndolos como representaciones cognitivas (creencias) originalmente relacionadas con la satisfacción de necesidades biológicas y sociales, ellos expresan  las reglas básicas de comportamiento inventadas por el ser humano para perpetrarse, así los valores como: la amistad, paz, amor, cooperación, se relacionan con la supervivencia,  la reproducción  y la protección de la especie, a estos valores el autor los denomina valores del dominio afiliativo,  los cuales se centran en el amor a  familiares y amigos, búsqueda de pareja, felicidad individual, etc.

            En sintonía con lo anteriormente expuesto, existen conductas activadas por el motivo de afiliación que vale la pena destacar:

1.         El desarrollo de las relaciones interpersonales según Mc Adams y Losoff    (1984), aseguran que las personas con alta motivación afiliativa, se unen a          más grupos sociales que las personas con baja afiliación, ocupan más tiempo       interactuando con los demás, construyen amistades más estables y duraderas      que las personas con baja motivación afiliativa.

2.         El mantenimiento de redes interpersonales, según Lansing y Heyns (1959),            plantean que las personas con alta afiliación establecen más tipos de   estrategias tales como hacer más llamadas,  escribir cartas y visitar más a sus             amistades con la finalidad de mantener sus relaciones afiliativas. De igual   manera las personas con alto sentido de afiliación evitan el conflicto no             entrando en discusiones, evitan igualmente los juegos competitivos y al verse        obligadas a participar se vuelven pasivas con el objeto de evitar conflictos,          igualmente sufren de más ansiedad ante la posibilidad de rechazo que aquellas de baja motivación afiliativa.

            En este sentido Romero García (1999), define la motivación de afiliación como “una red de conexiones cognitivo- afectivas relacionadas con el sentirnos bien con nosotros mismos y los demás” (p.57). Esta tiene sus raíces en la necesidad de reproducción. En este tipo de motivación lo esencial es el cuidado de sí mismo y de otras personas, lo cual impulsa a privilegiar la vida afectiva propia y la  ajena. Este tipo de personas es muy sensible a los comentarios de los demás, sean cercanos o no. El mencionado autor describe los siguientes indicadores:

Afiliación básica: esta afiliación conduce a buscar la presencia de otros, a dar y recibir afectos, a compartir creencias, sentimientos y experiencias. Se vuelca intensamente hacia fuera, hacia otras personas. La dimensión exterior de la afiliación puede tomar forma en el amor familiar, apoyo afectivo y capacidad para compartir.

Afiliación  en el trabajo: se refiere fundamentalmente a las relaciones de trabajo basadas en la afectividad entre seres humanos, no es suficiente establecer relaciones cordiales, desea conocer su mundo interior, sus vicisitudes, lo cual los lleva irremediablemente a experimentar en carne propia las desgracias ajenas.


Motivación al poder

            Según Mc Clelland (1970), la motivación al poder es la necesidad interior que determina la conducta de un individuo hacia el objetivo de influenciar a otro ser humano o a un grupo de ellos. De la misma forma Winter (1973) señala que mediante el impacto de esta conducta se inicia o establece el poder, el control ayuda a mantener el poder y la influencia permite extender o recuperar el poder. Estos aspectos del poder se encuentran claramente identificados con las necesidades de dominar, ganar una reputación, obtención de un status y logro de una posición.

            Por lo tanto resulta claro que la motivación al poder se determina básicamente cuando:
 
Se observen acciones que impliquen ejercer influencia, pudiendo estas pertenecer al pasado o al futuro. Puede manifestarse también mediante la fantasía de ser influyente. Las acciones deseadas, imaginadas, recordadas, planeadas o efectuadas, las cuales no tienen por qué ser exitosas. Pueden ser de diversos tipos:

1.         Fuertes y poderosas: asaltos, ataques, insultos, explotación sexual, etc.

2.         De ayuda, asistencia, consejo o apoyo no solicitado.   

3.         Intento de controlar a otros, regular su comportamiento o condiciones de vida, obtener informes de terceros.

4.         Influir, persuadir, disputar con otra persona, cuando el interés superior no sea        llegar a un acuerdo o evitar un desacuerdo.

5.         Esfuerzo sostenido por impresionar a terceros: escribir creativamente, tratar de    ser motivo de noticia o publicidad, ganar una elección, realizar cualquier acción que trascienda los niveles comunes de la influencia

6.         Se mantiene una conducta que origina fuertes sentimientos positivos o                  negativos en los demás. La acción que origina estos sentimientos puede no    estar bajo el control consciente de quien la ejecuta, igualmente puede ser       codificada aún cuando no se logre la reacción emocional deseada.

7.         Cuando se demuestre preocupación por la propia reputación o posición, en          otras palabras por lo que pueda pensar la gente acerca de la influencia ejercida por determinado individuo: aparentar ser fuerte, superior o de alta ubicación social, igualmente puede preocuparse para que no se le atribuya debilidad,  inferioridad, baja posición; o serle atribuida una actitud fuera del aspecto moral que se ha propuesto demostrar. 

            Igualmente es pertinente conocer la dinámica y medir la fuerza con que se manifiesta la motivación al poder, dentro de diez categorías reconocidas por el mencionado autor:

Deseo: se califica en el momento cuando un personaje declara explícitamente su propósito por alcanzar como meta de su relación social establecer, mantener o restaurar control, influencia o dominio. Solo se aplica cuando el objetivo primordial es controlar.

Actividad: presente en cualquier actividad mental o afectiva en la cual se observa  que alguien se esfuerza por alcanzar un control determinado. Cualquier acción, efectuada para llegar a una meta de control, puede calificarse así aún cuando se perciba como un breve paso hacia la meta.
 
Prestigio positivo o negativo: se evidencia cuando en la persecución de una meta una persona considere que su prestigio aumenta o disminuye: títulos, adjetivos, reputación, fama, capacidad, etc.

Obstáculo exterior: presente cuando se demuestra la existencia de un obstáculo que perturbe el esfuerzo dirigido hacia la meta a controlar.

1.         Previsión de éxito o de fracaso, esto sucede cuando un individuo al pensar en       su meta de poder, control o influencia, se anticipa al éxito o fracaso antes de      lograrlo.

2.         Sentimientos positivos y negativos: se refiere a estados afectivos o emotivos        asociados a la capacidad de lograr o no la meta.

3.         Efecto: se refiere a la reacción que una persona puede tener frente al intento         de controlar a otra. Existen  tres tipos básicos de efectos: fuertes emociones       positivas o negativas de una persona como resultado de la acción de otras;     ataque, influencia, huída u otra reacción del mismo género; fuerte presión             como la aclamación  del público o el suicidio.

            Las reacciones deben ser siempre definidas y no inferidas, como resultado de una acción relacionada con el poder, no por  azar u otra razón semejante: resistencia al poder de otro,  obediencia que va más allá de la aceptación rutinaria del poder.  Es igualmente una evidencia adicional del control de alguien en base a la elaboración de los efectos de ese control.
    
            Desde una perspectiva general entre las conductas activadas por el motivo de poder pueden señalarse:

Liderazgo: a este respecto se ha establecido que las personas con alto poder, tienden a buscar el reconocimiento en los grupos y encontrar una manera de hacerse notar ante los demás, en un esfuerzo que aparentemente les conduce a lograr poder o influencia.

Agresividad: la sociedad censura los actos de explícita agresividad. A este respecto Mc Clelland (1975) señala que las personas con alta dosis de agresividad, aunque tienden a manifestar conductas violentas atenúan esto por medio del prestigio, la reputación y el liderazgo; manifestando otras conductas que aparentan un mayor control como la toma de riesgos, gesticulación y posturas no verbales, lenguaje abusivo, consumo de alcohol o drogas, el exceso de velocidad, entre otras.

Carreras influyentes: tal como lo señala   Albarrán (2004), el denominador común de todas estas carreras es la posibilidad de dirigir la conducta de los demás de acuerdo a un plan preconcebido, ofreciendo además la oportunidad de influenciar la conducta de otros mediante premios o castigos.

Pertenencias prestigiosas: las personas con alto poder, tienden a acumular objetos de valor que denotan su prestigio, carros, propiedades inmobiliarias, joyas, platería, cristalería, etc.
            El poder aparece como una necesidad experimentada por los seres humanos de regular el comportamiento propio y ajeno con el objeto da facilitar la convivencia de personas diferentes y únicas. En tal sentido Romero García (1999), realiza una clasificación al respecto de la motivación al poder, la cual estudia como:

Poder explotador: la persona con alto nivel de este poder experimenta una fuerte necesidad de mandar, de hacerse obedecer, de dar órdenes y vigilar que se cumplan, en decir, de controlar el comportamiento de quienes le rodean. Casi siempre suele ser perjudicial, puesto que su práctica exagerada castra la libertad individual y en fin la posibilidad de diseñar y realizar a plenitud el proyecto individual de vida de cada uno.

Poder benigno o socializado: se refiere al empleo del poder con el objeto  de ejercer control sobre sus emociones, de manera de disponer de fortaleza interior (coraje), convirtiéndose en un impulsor prosocial de metas, sabiendo ejercer el poder en beneficio del bien común.

            En consecuencia es evidente que la serie de conductas anteriormente descritas sellan las motivaciones sociales de los individuos; de acuerdo al   mayor o menor grado de las mismas, es posible identificar el tipo de motivación social que predomina en un individuo. Se hace necesario aclarar que todas las personas poseen los tres tipos de motivaciones: al poder, al logro y a la afiliación, no obstante lo que la diferencia es el grado de intensidad en que cada una se expresa.

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Por: Miguel Ángel Sámano Rentería y Ramón Rivera Espinosa. (Coordinadores)

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